Es muy llamativa la relación que hay en el hebreo moderno entre hablar, decir algo, comunicar y entre una cosa, un objeto, un elemento.
¿Cuál es la relación? Pues que hablar en hebreo es ledabér לדבר y una cosa en hebreo es davár דבר. La raíz que comparten estos dos términos es la dalet ד, la bet ב y la resh ר.
Ay, la raíz! Esa parte gramatical indivisible sobre la cual se basa el vocabulario hebreo, otra vez nos incita a pensar, a investigar, a adivinar que se esconde detrás de cada término.
Este uso común de la raíz sin duda da qué pensar: el poder de la palabra dicha es tan potente como si de un objeto concreto y tangible se tratara.
Tanto en alabanzas como en calumnias. En lo negativo conocemos el Lashon HaRá, לשון הרע, la mala lengua, la que en un abrir y cerrar de boca destruye reputaciones. En lo positivo, lo que pedimos es que sea en su justa medida, ni muy muy ni tan tan.
Me viene a la memoria la historia del Gólem de Praga, en el que la palabra hebrea juega un papel fundamental. Dice la leyenda que este coloso de barro cobró vida al ser escrito en su frente uno de los nombres de Dios, la palabra emét אמת , que significa verdad.
Pasado un tiempo, al estar el gólem fuera de control, hubo que matarle. La manera de hacerlo fue borrando la primera letra de la palabra que tenía escrita en su frente. Al borrarse esta letra, la palabra que queda escrita es met מת que significa muerto, muriendo el gólem al instante. Y así quedó reflejado el poder de la palabra entre los seres humanos.
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Isaac Bashevis Singer, Premio Nobel de Literatura de 1978, escribió esta versión de la leyenda del gólem en idish, como casi toda su obra. Como homenaje a este ilustre escritor y como una manera más de conocer la cultura judía, desde Enero comienzan clases de aprendizaje de idish dentro de los cursos de Hebreo Vivo.